Existen innumerables estudios que tratan sobre las relaciones entre los seres humanos, y muchos de ellos intentan explicar el desgaste de las relaciones de pareja.
De todos y todas es sabido que antiguamente – triste hecho que todavía perdura en muchos países - los matrimonios se pactaban para toda la vida. En estos matrimonios se sustentaba la idea de que la vida de cada integrante era más corta, al llevar una vida de pareja estática, sólo mantenida por el hecho de estar juntos y haber contraído un compromiso formal de convivencia. En esta concepción pesimista de la vida de pareja, el matrimonio se percibía como “la tumba del amor”, o “el ingreso a la cárcel” o a la condición de esclavitud, el fin de la libertad y la felicidad.
Pero hoy día tenemos muchas opciones al elegir vivir en pareja, entre las que podemos encontrar:
· crecer junto a otro.
· ámbito para ejercer libremente el desarrollo elegido para nuestro transitar por esta vida.
· permitir y favorecer el desarrollo de cada uno.
· cuidar el amor sabiendo que éste, necesita como las plantas un riego permanente.
· mantener la atracción mutua.
· tener algunos espacios compartidos.
· cuidar nuestro trato diario, nuestra comunicación y respeto.
· compartir la vida con otro, con optimismo, responsabilidad y libertad
· reconocer al otro como distinto pero semejante.
Estas pequeñas reflexiones que he tomado de un artículo publicado en sexovida.com, vienen al cuento por una noticia que he leído hoy en Canarias Ahora y que quiero compartir, porque me parece una historia bonita para este lunes estival:
La gran familia de la vela latina canaria unió en la mañana de este domingo a dos de sus deportistas en la ermita del Pueblo Canario de Las Palmas de Gran Canaria. Una boda especial por dónde se conocieron y qué cosa los terminó uniendo.
Ella es colombiana y él canario. Todo comenzó hace unos dos años en la prisión de Salto del Negro, cuando ambos coincidieron en un mismo curso de peluquería organizado por Instituciones Penitenciarias.
Nada más conocerse “hubo química”, explica Ángel Naranjo, el resto fue cuestión de tiempo y esfuerzo. Después de transcurrido el primer año y medio, la pareja de novios decide contraer matrimonio, deseo que estuvo ralentizado por la tramitación de la documentación, “mi mujer, como es colombiana tuvo que arreglar muchos documentos”, añadió Ángel.
Ambos coincidieron en agradecer la ayuda ofrecida por Instituciones Penitenciarias, en especial del director de la prisión de Salto del Negro, Miguel Ángel Gaspar, la familia de la vela latina canaria y a sus propias familias que “nos han ayudado, de forma muy especial mis suegros”, recordaba María Grajales.
El presidente del bote Polivela, Ramón Santana, afirmó que hace dos años, ante la falta de tripulación y recordando que Instituciones Penitenciarias realizaba actividades para los internos fuera de la prisión, solicitaron a su director la posibilidad de que algunos de ellos participaran en este deporte.
Esta petición fue acogida de forma positiva por su dirección, iniciándose de esta manera la participación de los internos en el deporte de la vela latina, teniendo una gran aceptación dentro de la Institución como en el resto de botes de la flota.
Asimismo, nos recordó que María formó parte de la tripulación del Polivela, integrado por policías locales de la isla e internos de la prisión de Salto del Negro, hasta que pasó a la tripulación de otros botes.
Actualmente, Ángel ha cumplido sus obligaciones con la justicia mientras que a María le restan unos pocos años de condena. De momento, María tendrá unos días de permiso para que ambos puedan disfrutar de sus primeros días de matrimonio.
La historia de amor continúa tras haber superado otro capítulo más en su vida. “Ahora es cuando empieza nuestra verdadera regata” afirmó Ángel con la mirada cómplice de María.
Para terminar este refrán popular que muestra la esencia del matrimonio “verdadero” - a mi entender, por supuesto- :
“Lo bueno, si duradero, dos veces bueno”.
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