Tarde de domingo, llueve, un poco de lectura en la red….
Me ha llamado la atención una noticia geológica que he leído en el diario “El Gong”: África puede dividirse dentro de un millón de años. La causa: dos grandes placas de corteza continental, la africana y la arábiga, que al encontrarse forman grietas; estas grietas se llenan roca fundida [magma) originando una fisura entre ambas placas.
Este fenómeno geológico se está generando al norte de Etiopía, en el desierto de Afar.
La división de este gran continente se podría producir porque a medida que los lados de la fisura en Etiopía se alejan uno de otro, el espacio entre éstos es rellenado por roca fundida, que al enfriarse forma terreno nuevo. Por ello en un futuro el Mar Rojo podría inundar esta región que se hunde, cambiando permanentemente la forma de África.
Hablando de Etiopía –país con una población de 75 millones, segundo país más poblado del África Subsahariana, una de las civilizaciones continuas más antiguas del mundo- una buena noticia sobre ese país africano: ha crecido a un ritmo anual de dos dígitos durante los últimos cuatro años (en 2005-06 el crecimiento del PIB real se situó en un 10,6% y dos años antes ascendió al 13,1%). Buena parte de este crecimiento económico, al contrario que en los estados en expansión petrolera, alcanza a las masas pobres del país. Este éxito no descansa sólo en el respeto estricto a las soluciones del FMI (en el primer trimestre del 2001, Etiopía firmó un acuerdo con el FMI y el Banco Mundial para financiar el Documento de “la Estrategia de Reducción de la Pobreza” ). Eso podría haber desencadenado un crecimiento igual en la mayoría del resto de naciones africanas que están prácticamente bajo la administración del Fondo. Etiopía ha sido mejor que otros países en la inversión en sectores clave que benefician a las masas pobres, principalmente en educación, infraestructuras y agricultura.
De todas maneras, todavía queda mucho por hacer en uno de los países más pobres del planeta, con un PIB per cápita se sitúa en unos 130 dólares -sólo una quinta parte de la media del África Subsahariana, según el Banco Mundial- , cuya población lucha diariamente por sobrevivir al hambre y la sequía.
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