Un placer llamado “nadar”
Acabo de empezar una nueva etapa, la de reencontrarme con la natación, y estoy encantada. Hoy he nadado sola en una piscina limpia, con calles amplias y agua “calentita”; ha sido todo un placer comenzar de nuevo a nadar después de épocas intermitentes y muy distanciadas en el tiempo, en las que nadaba sobre todo en el mar y solo cuando éste estaba tranquilo. Espero que sea “el primer día de una larga amistad". He leído que para disfrutar y al mismo tiempo obtener beneficios de la natación debemos dosificarla adecuadamente: a una intensidad moderada, con una frecuencia periódica y a un ritmo que no nos agote. Con esta rutina -por lo menos 40 minutos dos o tres veces a la semana- conseguiremos que nuestra salud en general marche sobre ruedas porque involucrará los músculos de la parte superior e inferior del cuerpo y mantendrá un buen rendimiento del sistema cardiovascular, respiratorio, y músculo-esquelético. Con cada brazada y patada ponemos en marcha todo nuestro cuerpo. Por algo se dice que es uno de los deportes más completos que existe.
La natación ayuda a corregir la presión arterial alta, pues al movernos dentro del agua estimulamos la presión sanguínea favoreciendo un bombeo adecuado del corazón. La práctica regular hace que los músculos respiratorios (pulmones, bronquios) consigan mejorar la capacidad pulmonar. Al perfeccionar nuestra capacidad pulmonar ventilamos mejor, por lo que este deporte se recomienda a personas asmáticas debido al óptimo consumo de oxígeno que obtienen. También su práctica beneficia a las células, al favorecer la expulsión de los gases tóxicos y se recomienda para aliviar lesiones de tobillos, rodillas u hombros y como remedio para personas con problemas de artritis.
Para terminar, una serie de consejos para aquellas personas que quieren iniciar la práctica de un deporte y llevan mucho tiempo practicando el “sedentarismo”:
1 Conoce tu situación física a través de un chequeo médico.
2 Antes de entrar en el agua realiza ejercicios de calentamiento para preparar todos tus músculos.
3 Comienza nadando pocos metros (de 400 a 500) e incrementalos poco a poco según tu ritmo.
4 La temperatura del agua de la piscina debe oscilar entre 21 y 24 grados centígrados.
5 Utiliza un bañador flexible y cómodo.
6 Si lo crees conveniente puedes usar un frecuenciómetro y medir tu ritmo cardiaco para saber que estás en buenas condiciones.
7 Para saber tu frecuencia ideal resta su edad a 220 y de ésta, extrae el 60 y 80 %.
8 Al salir no te olvides de eliminar los restos de cloro y químicos del agua, tu piel te lo agradecerá.
Cuando entrenemos podemos practicar cuatro estilos de natación: el libre, que es con el que se adquiere más velocidad; los de espalda y braza, que son más relajados, y el de Mariposa, que requiere una fuerza adicional en los brazos.
¿Qué más se puede pedir…?
2 comentarios:
¡Enhorabuena por el artículo!
Su lectura se hace muy agradable.
Gracias, amigo, ya sabes ¡anímate tu también!
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