Cuando era jovencita quemaba mis energías en la montaña, ya fuera organizando viajes con mis amistades o a través de grupos especializados. Cuando empecé mis andanzas como madre y desde que mis retoños fueron aptos para el pateo realizaba rutas fáciles pero no asiduas ya que al vivir en una isla los peques demandaban playa y juegos de arena.
Empecé de nuevo a practicar senderismo asiduamente cuanto terminé las labores de crianza y gracias a ello me mantengo activa, fuerte y disfruto enormemente de la naturaleza.
En ésta página se puede conocer como nos beneficia esta práctica deportiva.
Según los expertos, el propio hecho de moverse de forma natural te hace más feliz, también han descubierto que 20 minutos practicando una actividad física ligera, como caminar, son más beneficiosos que aquellas actividades de alta intensidad.
El senderismo es una forma de ejercicio aeróbico que ayuda a fortalecer el corazón y los pulmones, mejorando la circulación sanguínea y reduciendo el riesgo de enfermedades cardíacas.
En ésta otra página tienen argumentados más beneficios.
El neurocientífico Daniel J Levitin explica en su libro “Successful Aging” que la práctica del senderismo para mantener activas las partes del cerebro que estimulan nuestra capacidad de navegación y dirección.
Yo personalmente me identifico con esta afirmación: el senderismo en grupo fomenta el compañerismo, la seguridad, el aprendizaje mutuo y la conexión con la naturaleza y los demás. Es una experiencia enriquecedora que brinda beneficios tanto físicos como sociales y emocionales.
Ya saben, ¡a caminar!
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