martes, octubre 24, 2006

Nos hacemos mayores

Según los expertos, la edad media de los españoles nacidos en 2005 será de 100 años, frente a los 85 de la actualidad. No obstante, también indican que un 25% de la longevidad depende de los genes y un 75% del entorno. Según los últimos datos disponibles, las mujeres pueden esperar vivir algo menos de 76 años antes de caer en una situación de discapacidad, mala salud, y reducción de la calidad de vida, y los hombres no alcanzan una expectativa libre de incapacidad superior a los 70 años.
No debemos perder de vista, sin embargo, que las que envejecen son las personas, no las poblaciones, y que se trata de un proceso biológico que, entre personas sanas, bien alimentadas, a salvo de muertes violentas y de enfermedades graves, se produce igual ahora que hace cien años. La transformación principal se halla en el radical aumento del número de personas que pueden disfrutar de este proceso. "Viejos" ha habido siempre, pero una vejez universal como estadio de la vida por el que pasamos o pasaremos casi todos supone una realidad relativamente reciente.
Ante este aumento de la “vejez universal” no debemos olvidar que existe un grado de dependencia de una persona mayor, esto es, las limitaciones que presenta para realizar sin ayuda una o más tareas básicas de la vida cotidiana.
Este grado de dependencia no responde a una fórmula matemática. Aunque la vinculación general entre enfermedad e incapacidad es innegable, su desarrollo depende también de distintos factores que se deben controlar y analizar de manera individual. Algunas personas mayores que padecen el mismo mal que otras se desenvuelven mucho mejor en su vida diaria. Una parte sustancial de la dependencia se debe al padecimiento de enfermedades y a otras circunstancias físicas, pero otra parte de la incapacidad que muestran las personas mayores debe atribuirse a factores contextuales, sobre los que se puede intervenir fácilmente, incluso desde la propia familia.
Cuando los cuidadores tienen la presunción de que sus familiares de edad avanzada no son capaces de realizar alguna actividad o de mejorar en algo, es posible que acaben prestando a su familiar más ayuda de la que en realidad necesitan. De esta forma, se priva a la persona mayor de practicar comportamientos o actividades para las que está capacitado. Esta limitación llevará a que esta capacidad se vaya perdiendo por falta de práctica. Es importante que la familia o la persona cuidadora tenga siempre en cuenta que cuidar significa ayudar sólo lo necesario.

Los comportamientos de los cuidadores para favorecer la autonomía son:

· Acondicionar el entorno de la persona mayor para facilitar conductas independientes.
· Observar a la persona mayor para conocer todo lo que puede hacer por sí sola.
· No hacer nada por su familiar que éste pueda hacer por sí mismo y ayudar a su familiar sólo en lo necesario.
· Preparar la situación para que sea más fácil ser autónomo.
· Comportarse con la persona mayor de modo que su trato favorezca la autonomía.
· Responder de forma adecuada cuando su familiar ponga objeciones a los intentos para favorecer la autonomía.
· Tratar de potenciar la autoestima de su familiar.

Fuente: consumer.es

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